La portada de un disco es la tarjeta de presentación del músico. Representa su identidad y te da una idea del tipo de música que puede contener y de la calidad de ésta. Seguramente, si te lo propones, puedes recordar más de 20 portadas de discos míticos, no sólo por sus canciones, sino también por la estética de su estuche. Así, remontándonos a 1967 nos encontramos con el primer álbum de estudio de la Banda The Velvet Underground & Nico, apadrinada por el artista Andy Warhol, que ideó un plátano amarillo para su portada y que acabó convirtiéndose en un icono no sólo de la música sino del arte Pop en general. Y del 67 nos trasladamos a 1969 donde la banda más famosa de todos los tiempos, The Beatles, creó la portada para su álbum Abby Road a partir de una foto tomada por Iain McMillan en un paso de cebra frente a los estudios de EMY en Londres. En la actualidad la música se cuelga online, es una forma rápida de llegar al público y el diseño de la portada queda relegado a un pequeño cuadro digital. Pero ello no significa que no sea importante.

Al contrario, todo cuenta a la hora de promocionar tu música y en el mundo virtual corres el peligro de que tu identidad quede difuminada. Por ello es tan importante la portada, que en definitiva es tu toque más personal. Cuando una canción entra en una playlist de reproducción automática lo que se muestra es la portada del disco. Si la canción gusta hará de puente para que el oyente busque tu álbum y lo compre. Las publicaciones en formato físico están experimentando un resurgimiento. Del mismo modo que después de leer un libro en un eBook acabaremos comprando un ejemplar físico si nos ha gustado, en cuanto a música se refiere, corremos a la tienda a comprar el disco donde se encuentra esa canción que hemos descubierto y que nos encanta. Sencillamente, en cuanto a música, queremos oírla, olerla, verla y palparla.