INDIA


‘En febrero de 1968, The Beatles viajaron a Rishikesh, en el norte de la India, para asistir a una sesión de entrenamiento avanzado de Meditación Trascendental (MT) en el ashram de Maharishi Mahesh Yogi. Incluso con toda la atención de los medios de comunicación, su visita fue uno de los períodos más productivos de la banda. Aunque la iniciativa fue liderada por George Harrison,1 el interés de The Beatles en el Maharishi cambió la percepción occidental sobre la espiritualidad india y animó a muchas personas a introducirse en la Meditación Trascendental.’ (Fuente: Wikipedia )
La India actual forma, junto con Pakistán, Nepal, Bhután. Skkim, Bangladesh y Sri Lanka, un subcontinente enclavado en el sur de Asia, en el que se funden distintas religiones, etnias y culturas. El resultado es una mezcla explosiva de expresión artística que se remonta a tiempos inmemoriales. Ya en el año 4.000 a.C. se tienen evidencias de una civilización en el valle del Indo, que fue destruida por la entrada de los arios desde las estepas rusas, hacia 1.300 a.C. Los habitantes nativos se vieron desplazados por los drávidas hacia el sur y crearon una nueva cultura que utiliza la lengua sánscrita y que reúne una colección de himnos y poemas religiosos y filosóficos llamados vedas. Este cimiento serviría para el florecimiento del hinduismo.
Esta tradición (también musical) sigue conservándose más o menos intacta, con su estructura de castas y profesiones, entre las que destacan las de los bailarines y músicos a través de escuelas tradicionales.


Se trata de una música que siempre es la misma, pero interpretada siempre de forma distinta, gracias al carácter improvisatorio que tiene, lo que le confiere también un alto valor espiritual y religioso. Formando parte del mismo ciclo de la vida. Los instrumentos que más predominan son los de cuerda, como el sitar, una especie de laúd de cuello largo importado de Persia, sobre los que los virtuosos interpretan distintos modos o “rágas” asociados a determinados estados de ánimo, ocasiones particulares o fines curativos.
Otro instrumento muy difundido es la tambura de seis cuerdas, o la vina, con dos grandes calabazas a modo de resonadores.
También encontramos el violín sarangi y un sitar corto llamado sarod. Entre los vientos encontramos desde flautas a oboes y trompetas En la percusión, destacaremos el par de tambores tabla. La danza y la música comparten la misma palabra en sánscrito, ambas artes al cobijo del dios Siva. La danza clásica de la India se centra más en la postura que en el movimiento, a diferencia del concepto occidental del baile. Una de las formas más elaboradas es la danza carnática (del sur de la India) llamada bharata natyam, de carácter amoroso, mientras que en el norte (Indostán) destaca el tipo de danza del khatak,vibrante y enérgica.
El subcontinente indio es un mundo aparte, con una diversidad y variedad cultural sin parangón. En un mismo territorio se acumulan y conviven desde musulmanes a animistas, de budistas a cristianos. Pero existe una división bastante perceptible en la manera de hacer música en el norte y en el sur.
En Sri Lanka se mantiene aún gran parte de la tradición veda de tiempos prehistóricos, aunque los cingaleses han incorporado a su bagaje otros elementos como la danza y, especailmente, los tambores, con los que amenizan la danza kandy. Por el norte, descubrimos en Pakistán una mayor influencia islámica, también en la forma de hacer música, mientras que en Bangladesh destacan los actos devocionales del kirtan y las canciones baul, que interpretan los miembros de una secta mística de mendigos.
En el Himalaya se hallan enclavadas algunas pequeñas naciones que mezclan a partes iguales las influencias musicales de la India y de China (especialmente del cercano Tibet).
Fuente: Club Internacional del Libro
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